«Impresiones de Cartagena», la obra del maestro Enrique Soro que sale a la luz tras 75 años en el olvido.
Dentro del ámbito de la música chilena, nadie medianamente entendido podría poner en duda la importancia de Enrique Soro. Pero para dimensionar la real talla de su talento como artista y creador quizá un antecedente nos puede ayudar bastante: en 1898, con solo 14 años, el Senado lo beca para ir a perfeccionar sus estudios a uno de los centros más importantes del mundo en ese entonces, el Real Conservatorio de Milán. En 1905, vuelve a Chile (Claudio Arrau partirá a Europa también becado recién unos años después). Es un músico con una formación sólida, da conciertos en el Teatro Municipal de Santiago y se integra como profesor del Conservatorio. Tiene 21.
Ya casado con Adriana Cardemil, a mediados de la década de 1920 comienza su relación con Cartagena, la que será larga, feliz y particularmente fecunda. Al balneario no vendrá en plan exclusivo de descanso y vida familiar. El gran número de obras compuestas en su casa de calle Estado nos habla a las claras cuán estimulante fue Cartagena para el músico. En 1944 muere su esposa. Tras ese doloroso suceso, Soro dejará de frecuentar el balneario. Sin embargo, dos años después, en el invierno de 1946, compondrá una pieza, cargada de nostalgia, «Impresiones de Cartagena». La obra, para violín y piano, permaneció guardada exactos 75 años, para ser ejecutada por primera vez en 2021 para la grabación de un disco por los músicos Alexandros Jusakos Mardones e Yvanka Milosevic Lira.
Solo algunas ciudades en el mundo tienen el honor de ser homenajeadas por medio de creaciones artísticas. Cartagena forma parte de ese selecto grupo, con la obra de uno de los más grandes músicos chilenos de la historia.